Este mes quiero compartir con ustedes uno de mis libros favoritos sobre el amor, “Elogio del Amor” de Alain Badiou (2011) es un libro muy pequeño y fácil de leer, que en realidad es la transcripción de un diálogo público sobre el amor que mantuvieron el filósofo Alain Badiou y el periodista Nicolas Truong en el Festival de Aviñon el 14 de Julio del 2008.
Aquí mis notas sobre los primeros capítulos del libro que espero sirvan de reflexión en este “mes del amor”:
El planteamiento es simple:
¿Qué podemos entender y esperar del amor en una época en la que se valoran más las libertades individuales y el placer personal?
Para Badiou, el amor se encuentra amenazado, por un lado, por la necesidad de seguridad individual, llegar a un acuerdo que evite el peligro y donde prime la ausencia de riesgo; por el otro, le restamos importancia al evitar una experiencia auténtica: disfrutar sí, pero siempre con límites. “Si el otro sufre, es asunto suyo …”. Pareciera que hoy en día hay que tener una buena póliza, un buen seguro que nos libre del dolor y sufrimiento.
“Hay que reinventar el riesgo y la aventura frente a la seguridad y el bienestar.”
El amor entonces consistiría en fiarse verdaderamente del destino, implicaría hacer el ejercicio de pensar en él no como un intercambio de ventajas recíprocas, cómo una inversión o un cálculo a largo plazo, sino pasar de la pura singularidad a un valor universal.
“Es en el amor donde el sujeto va más allá de sí mismo, más allá del narcisismo.”
Podemos distinguir tres concepciones sobre el amor:
La romántica (enfocada en el éxtasis del encuentro).
La comercial (centrada en un contrato equitativo del amor).
La escéptica (el amor entendido como una ilusión).
Badiou propone entender el amor como una construcción de verdad, como un proyecto que se construye a partir de la diferencia. Es la posibilidad de construir el mundo desde un punto descentralizado; ya no el de uno ni el del otro, sino el que surge a partir de esa diferencia, fuera de la propia identidad.
“El amor es siempre la posibilidad de asistir al nacimiento del mundo.”
Es importante entender que el autor no habla de experimentar el mundo como el otro, sino de abrir la posibilidad de vivir un mundo nuevo a partir de las diferencias con el otro. El amor entonces sería como la creación de una nueva verdad, algo diferente a lo que yo conozco, a lo que el otro conoce. Algo nuevo que se crea desde el punto de vista de Dos.
Así, el encuentro entre dos subjetividades sería un acontecimiento desde el que puede iniciarse el amor si el Dos consigue prevalecer frente al Uno y mantenerse de forma duradera. “El amor es una aventura obstinada” que prevalece frente a las dificultades y sobrepasa los obstáculos que puedan plantearse de forma constante y duradera.
“El amor es una reinvención de la vida. Reinventar el amor es reinventar esta reinvención.”
Hay que entender el amor entonces como un “proceso de verdad”, porque en él se construye una experiencia, un tipo de verdad que surge en la renuncia de la individualidad en favor de la edificación de una realidad en común. Esa es una universalidad del amor que se experimenta cuando uno se enamora: descubrir que las cosas se pueden ver de forma distinta a como uno siempre las ha visto.
Pero para que el amor pase de ser un azar de un encuentro arriesgado y se convierta en un proceso de verdad duradero hace falta que este sea declarado. La declaración fija el azar y da comienzo a un nuevo destino, hace una promesa de eternidad. Esta declaración puede ser larga, difusa, confusa, complicada, pero hace falta que sea declara y redeclarada sobre todo en los momentos de pruebas, de tentaciones, de aparición de todo aquello que ponga en jaque mate la estabilidad de la experiencia del Dos.
““Te quiero” es siempre, desde muchos puntos de vista, el anuncio de un “te querré siempre” … Dado que no se puede saber lo que quiere decir este “siempre” ni cuál va a ser su duración “siempre” quiere decir “eternamente”.
En los últimos capítulos el autor relaciona el amor con la política y con el arte, haciendo referencia a la cualidad de no renuncia y lucha permanente, por un lado, y por otro, al carácter inspirador y creador.
Desde mi lectura del libro de Badiou, el amor está cargado de renuncia, de sacrificio, de fe y dolor. Creo que haríamos bien en reflexionar sobre lo que esto significa para cada uno y hasta dónde estamos dispuestos a arriesgar, a sufrir. También creo que hace falta hablar sobre los límites entre lo sano y lo enfermizo.
Todos los que me conocen, incluso mínimamente, saben que soy una romántica empedernida, que siempre he apostado y apostaré por el amor. Creo firmemente que el amor se puede encontrar en cualquier lugar, primero y antes que nada en uno mismo; y segundo, si se desea vivir esta experiencia de a Dos, en el rincón más inimaginable.
Tal vez, a diferencia del autor, creo incluso que la modernidad ha traído nuevos recursos y espacios en los que, si decidimos arriesgarnos y realizar ese acto de fe, puede llevarnos a encontrar ese acontecimiento de verdad del que habla Badiou.
Cada vez que leo este libro se apodera de mi un sentimiento de esperanza, de pensar que a pesar de vivir en tiempos líquidos como los describe Zigmunt Bauman, podemos encontrar en el amor un pilar que nos sostenga.
Espero que este breve resumen, que sin duda no hace honor al libro, os genere la curiosidad suficiente para darle una oportunidad (al libro y al amor) y, si lo hacen, que lo disfruten tanto como yo.
“Si hubiese que renunciar al amor, sería un verdadero desastre subjetivo y todos lo sabemos. La vida, hay que decirlo, perdería mucho color. Así, el amor se mantiene como una verdadera potencia, una potencia subjetiva. Una de las raras experiencias en las que, a partir de una casualidad inscrita en su momento, se plantea una propuesta de eternidad.”